Rand Paul: ¿un republicano travieso de Comandante en Jefe?

Entre los —nada más y nada menos— diecisiete contendientes a la designación como candidato/a del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, hasta ahora ha sido Donald Trump el que, de manera tan sorprendente como indiscutible, más ha destacado en los titulares. Aunque todavía es muy pronto y probablemente haya cambios importantes, a día de hoy su condición de outsider de la política o su absoluto desdén por muchas de sus costumbres establecidas (y en ocasiones por las mínimas normas de respeto o educación) le han aupado a lo más alto de las encuestas. La enorme atención mediática sobre Trump ha eclipsado a otros aspirantes que confiaban en sobresalir por ser diferentes de lo habitual. Quizá afectado por una sensación de habérsele birlado el papel que pensaba jugar en la campaña, uno de ellos se desmarcó en el primer debate republicano atacando a Trump con más ganas que cualquiera de los demás: Rand Paul.

El senador por Kentucky Rand Paul luce unos característicos rizos de color castaño claro, estudiadamente enmarañados, que le dan un aire no se sabe si de beatífico querubín o niño travieso de las películas. Su posición en el tablero del Partido Republicano —en el que, como Trump, aunque por razones diferentes, acostumbra a romper los esquemas más tradicionales de la vieja guardia— indica que en lo político tiene más de revoltoso que de cándido. Rand Paul confía en que su traviesa heterodoxia sea compatible, a ojos de los votantes en las primarias, con la condición de Comandante en Jefe y custodio de los códigos nucleares del Ejército más poderoso del mundo.


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